En tiempos de pandemia, crisis globales e innovación acelerada, la reestructuración empresarial es un concepto que ha emergido y se ha colocado en el centro del debate de muchas organizaciones.
Para determinar su conveniencia o no, el primer paso es entender a detalle en qué consiste, sus implicaciones y las diferentes etapas que conforman el proceso.
Te invitamos a seguir leyendo para que puedas documentarte a profundidad sobre esta transformación tan compleja como estratégica.
A ciencia cierta, ¿qué es la reestructuración empresarial?
La reestructuración empresarial se basa en un cambio drástico, sustancial y tangible del modelo de gestión y operación.
Por esa razón, se trata de un proceso integral que abarca desde aspectos legales, como el cambio de giro o incluso la modificación de la razón social (nombre de empresa), hasta la incorporación de nuevos paradigmas en la cultura organizacional.
Las causas o motivaciones para una reestructuración empresarial se asocian primordialmente a la necesidad de supervivencia o a expectativas de optimización, segmentándose en dos grandes grupos:
- Reestructuración por causas externas: aquí encontramos coyunturas económicas, amenazas competitivas o gubernamentales, innovación tecnológica y amenazas gubernamentales. Esta última puede ser por cambios regulatorios o por contingencias de litigios fiscales.
- Reestructuración por causas internas: problemas de liquidez, rigidez de estructura organizacional, identificación de potenciales no aprovechados y cualquier señal procedente del seno de la empresa que alerte sobre la necesidad de reinventarse. Sumadas a estas, otra causa interna de gran importancia es el cambio generacional de una empresa familiar.
Por supuesto, la reestructuración empresarial también puede obedecer a una combinación de ambos grupos de causas.
Tipos de reestructuración empresarial
Dependiendo de las áreas a transformar, las causas y el fin principal, la reestructuración empresarial puede categorizarse en tres tipos:
1. Reestructuración organizacional interna
Consiste en la reestructuración que es llevada a cabo con la finalidad de incrementar los niveles de eficiencia de los departamentos y la estructura que soporta a la organización.
Eliminar cuellos de botella, integrar equipos de trabajo, ampliar el organigrama y generar nuevas oportunidades de liderazgo suelen ser algunos de sus enfoques.
2. Reestructuración tecnológica
Desde la aparición de Internet y con ello el paso indetenible hacia la digitalización total, cada vez más empresas entienden la reestructuración tecnológica como una vía de supervivencia a largo plazo.
No se trata de implementar un software de contabilidad o abrir una página en Internet; es un proceso mucho más complejo que empieza por entender las necesidades del mercado, identificar las soluciones adecuadas para la empresa y hacer los cambios legales, estructurales y operacionales requeridos para incorporarlas.
3. Reestructuración legal financiera
Se produce cuando, por motivos internos o externos, la empresa debe replantear la administración de capital, la estructuración de las cuentas e incluso las fuentes de ingreso.
Una reestructuración legal financiera puede conllevar como una de sus medidas más drásticas y difíciles la reducción de nómina, así como otros aspectos asociados a una revisión y corrección rigurosa de la estructura de costos.
Independientemente del tipo de reestructuración empresarial que se lleve a cabo, es indispensable fundamentar el proceso en una dinámica de trabajo estructurada, que abarque tres fases primordiales:
- Diagnóstico: es la identificación y formulación detallada del problema o necesidad detectada, independientemente de si su causa es interna, externa o mixta.
- Tratamiento del problema: es la parte operativa y práctica, basada en la adopción e implementación de cambios, la ayuda externa y experta, las actualizaciones legales y, en general, todo lo que conlleva el traslado del plan de reestructuración empresarial a la realidad.
- Recuperación y crecimiento: en esta etapa ya se han adoptado y practicado todas las estrategias y cambios, así que lo siguiente es seguir asimilándolas, detectar áreas de oportunidad y generar un ambiente de optimización constante en el nuevo modelo de operación.
Transcurrido todo el proceso, la reestructuración empresarial debe tratarse como la entrega de un proyecto, documentando los progresos, dificultades y situación actual.
Utilidad estratégica de la reestructuración empresarial
Supervivencia y optimización son las palabras claves cuando hablamos de las potenciales ventajas de la reestructuración de una empresa.
Dentro de estos fines mayores, hay un conjunto de ventajas específicas que puede obtener una organización como resultado de un proceso exitoso de cambio y transformación, entre ellas:
- Mayor capacidad competitiva frente al resto de los actores de mercado, debido a procesos como la actualización tecnológica y la optimización de la estructura financiera, que suelen ir de la mano con las reestructuraciones.
- Toma de decisiones más certera, estratégica y racional, producto de la revisión profunda de la organización y un mayor conocimiento sobre esta y su nuevo modelo de operación.
- Mejora constante del equipo y la empresa, a raíz de la eliminación de todo aquello que no agrega valor al negocio.
- Protección del patrimonio de la compañía;
- Adecuación legal a nuevos contextos de operación y a dinámicas emergentes del entorno.
Estas ventajas son “potenciales”, pues dependerán de una correcta implementación y de la gestión del riesgo que siempre conlleva un proceso de cambio.
¿Necesitas una reestructuración?
La reestructuración empresarial es un proceso crítico que requiere un tratamiento riguroso y especializado.
No solo puede impactar el público objetivo, a los colaboradores y las operaciones internas, sino que además tiene implicaciones legales que deben comprenderse y administrarse con expertise para mitigar el riesgo.
Cambiar de giro, modificar el nombre comercial, la manipulación de nuevas materias primas, entre otras novedades, deben notificarse adecuadamente ante las autoridades y demandan licenciamientos, actualizaciones de documentos mercantiles y otros trámites.
La asesoría especializada en el ámbito corporativo y el cumplimiento regulatorio se convierte en un elemento clave durante este proceso considerando su carácter legal y multifactorial, así como la complejidad que abarca.
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